¿No te ha pasado nunca que un marroquí o argelino te dice que se pasa por algún sitio “en un ratillo” y aparece (si aparece . . .) al cabo de varias horas o al día siguiente? ¿Nunca te has preguntado por qué hablan siempre alto, gesticulan tanto? Bien, pues todo esto tiene su explicación científica, también válida para que los árabes entiendan un poquito mejor a los europeos . . .
Cada uno de nosotros percibe el mundo a través de su lengua, de la cultura inculcada por los padres, de la cultura general de la zona geográfica… Aunque no nos demos cuenta, tener una lengua distinta muchas veces supone ver la vida desde otro punto de vista.
Hablaremos de dos nociones esenciales: Cultura monocrona (del griego, “Un solo tiempo”) y cultura policrona (del griego “muchos tiempos”). Sólo a través de la etimología ya vemos que todo depende del tiempo, que la noción de tiempo es relativa y no universal.
La primera regla de oro es que no podemos atribuir completamente una categoría a unos y la otra a los otros. Todos somos policronos y monocronos en mayor o menor medida, y depende de con quién nos comparemos. Esto es, podríamos decir que los españoles van a ser policronos para los noruegos, por ejemplo, pero monocronos para los egipcios. Seguro que ya sabéis por dónde van los tiros…
La hora de la cita es relativa…
En las culturas policronas la noción de tiempo es vaga, se toman su tiempo para hacer las cosas, hacen varias cosas a la vez, no tienen la sensación de perder el tiempo y la puntualidad es variable, hay una hora oficial y otra real… ¡Si quedan a una hora, hay que tomárselo siempre como hora aproximada! No viven estresados por cada minuto que pasa, como en las culturas monocronas. En éstas, cada individuo tiende a hacer una sola cosa al mismo tiempo, todo tiene que hacerse de manera rápida y eficaz, temen perder el tiempo, y la hora de una cita es concreta e inquebrantable. Irán y llegarán a tiempo.
En las culturas monocronas se habla con otra gente a menudo con un objetivo; en las culturas polícronas, a menudo hablan solamente por entrar en contacto con la gente, por el mero placer de hablar. ¿Nunca os habéis estado horas charlando con el chico de un puesto del zoco? Esto también puede dar pie a malentendidos, puesto que a veces dicen ciertas cosas que un europeo se toma al pie de la letra, y ellos lo decían únicamente por complacer…
En las culturas monocronas se odia lo imprevisible, la gente tiene un calendario con todo previsto con mucha antelación para poder organizarse; en las culturas polícronas es realmente difícil prever las cosas con antelación. O se prevé justo antes, o ya se irá viendo…
A la hora de trabajar y comprometerse…
En cuanto a las formalidades respecta, en las culturas monocronas, todo tiene que ponerse por escrito y así el compromiso queda fijado. En las culturas polícronas se prefiere la comunicación oral, lo escrito es considerado como demasiado solemne. ¿Qué supone esto? Que el compromiso entre dos personas no se formaliza porque alguien ha firmado un papel y ya no puede echarse atrás, sino que está fundado en la confianza mutua. Me fío de esta persona porque me ha dado su palabra. Y ella de mí, igual.
Así, en cuanto a las relaciones interpersonales, en las culturas monocronas se tiende a la especialización, el trabajo individual con la menor pérdida de tiempo posible en el contacto con los demás. En las culturas polícronas, se suele trabajar en equipo, las relaciones con compañeros de trabajo, amigos y familia son más fuertes.
La manera de expresarse
En las culturas monocronas se habla bajo, se gesticula poco, para no llamar la atención, no molestar. En los países dominados por la cultura polícrona, el hecho de hablar bajo puede presuponer que no eres sincero, que escondes algo. Por eso, hablar alto es sinónimo de sinceridad, de honestidad.
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Hawa
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