¡Un precioso y palpitante testimonio de una de nuestras seguidoras! Los sentimientos contradictorios que te invaden antes de bailar o de actuar, y que te hacen pasar de los nervios a la euforia en cuestión de segundos . . . ¡Te sentirás identificada! ; )
Muchas veces intentas recordar cómo fueron aquellos días previos al estreno, qué hacías, qué comías, a donde ibas y a donde no ibas para evitar males menores.
Cada día que se acercaba el deseado estreno sentía cómo los nervios iban aumentando y aumentando más y más, siendo parte ajena a mí, pues no podía contenerlos. Algunas veces saltaba con algún grito al aire en medio de la calle, y la gente me miraba como si se tratara de una loca, y yo les miraba como quién piensa: “ya sabréis de mí y de mi espectáculo…estreno en cinco días”.
Y pasó el quinto, y el cuarto y el tercero y el segundo y empieza el día. Ese día te levantas sabiendo que todo lo que hagas estará vinculado emocionalmente, físicamente e incluso gastronómicamente a la función.
Una sabe qué cosas le ponen nerviosa y qué cosas no. Las manías de cada una: que si dejo las zapatillas tocando a la pared, pero una de ellas mirando al otro lado, que si salgo de casa y toco un objeto en particular…
Y llega el trayecto hasta el teatro, o sala, o espacio donde actúo. ¡Dios! ¡Qué nervios! ¡Y de momento…no hay gente! ¡Pero espero que haya al empezar!
Voy al camerino. Me encuentro con mis compañeras. Nos saludamos y en el aire se siente un silencio atronador que denota el nerviosismo de todo el mundo. Una suelta un chiste tonto para romper el hielo y las risas son tontas también como quien dejar pasar el momento y se concentra…pausa… respiramos.
Oímos cómo nos llaman y nos gritan: ¡cinco minutos! ¿Cinco? El mundo se convierte por un instante en un pañuelo en el que esconderse dentro de un bolsillo. No sabes si mirar arriba, abajo, o dónde. No quieres mirar a tus compañeras por si acaso ves alguna mala cara… o demasiado buena.
Coges aire. Piensas en todo lo que tienes que hacer en el escenario. Te acercas a él. Le saludas con la mirada. Hueles el ambiente. Oyes el murmullo de la gente. Te preguntas cuánta gente habrá. Lo olvidas.
Y entonces se apagan las luces, suena la música de entrada y como por arte de magia tus manos, tus pies, tus ojos, todo tu cuerpo se abalanza hacia el escenario para desarrollar todo lo que has estado ensayando con infinita ilusión durante meses.
Y por arte de magia… ¡lo disfrutas!
¡Un pedacito de mi recuerdo para los lectores de Revista Néfesis! Gracias.
Y a ti, ¿qué sentimientos te recorren antes de un espectáculo? ¡Comparte tu experiencia con el resto de Safraneras! 🙂
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¡Hasta pronto, Safranera! 🙂
Hawa